Osvaldo Aguirre compiló un libro con entrevistas que el periodista dio entre 1954 y 1974. Es posible conocer los intereses del escritor, los vínculos entre periodismo y literatura y una pregunta que le da vueltas: para quién escribe.
El poeta, periodista y escritor Osvaldo Aguirre acaba de dar a conocer en el libro “Les presentamos a R.J. Walsh” una serie de entrevistas al autor de “Operación Masacre”, realizadas entre 1954 y 1974, en las que quedan plasmadas sus preocupaciones por la literatura, el periodismo y la política, y en donde traza un itinerario en torno a una pregunta que obsesionaba a Rodolfo Walsh: para quién escribía.
En el prólogo del volumen, editado por el sello Desde la gente, Aguirre (Colón, 1964) adelanta que en las entrevistas Walsh “parece hablar de los problemas que se le presentan” e insiste en su esfuerzo por pensar “una forma de escritura que le permitiera escapar de ‘la trampa cultural, la sacralización del escritor que anula cualquier tipo de incidencia social”.
“La entrevista es un género periodístico que hace foco en escritores consagrados y él se corría siempre de ese centro en el que estaba”, explica Aguirre en diálogo con Télam sobre las notas en las que Walsh asevera por ejemplo que “el verdadero instrumento de trabajo, para el escritor, es el oído. Primero, hay que escuchar; después, escribir”.
– ¿Cómo fue el proceso de selección de las entrevistas?
– Como lector de Walsh, muchas de las entrevistas son bibliografía obligatoria cuando uno quiere trabajar su figura, como la que le hace Piglia. En algunos casos tuve la ayuda de investigadores como Horacio Campodónico, que es un estudioso de su obra. Es interesante ver cómo Walsh es un tema de interés periodístico y cómo eso va cambiando: en los 50 el interés está dado por el género policial, es un escritor premiado, con ideas renovadoras en relación al género y habla de escribir una novela, que es uno de los grandes temas de Walsh como escritor: la novela que nunca escribió. En los 60 el sentido cambia, en las primeras entrevistas del año 61 el periodista señala el suceso de “Operación masacre” y en los 70 está la relación entre literatura y política.
– En las entrevistas reaparece con insistencia la preocupación de Walsh por quién lo leía.
– Es un gran tema en Walsh y tiene que ver con sus tensiones tanto con el periodismo como con la literatura. En el pequeño diálogo que precede a “Esa Mujer” dice “no me interesa hacer un periodismo que escribe para los ejecutivos”, pero al año siguiente empieza a publicar crónicas en Panorama y son excelentes. Está distanciado de las grandes corrientes de la época de los 60, tanto del nuevo periodismo como del boom de la literatura latinoamericana. Esa pregunta, ¿para quién escribo?, es central para su mirada sobre la investigación y tiene que ver con la demanda de escribir una novela. El se rebela contra el mandato de escribirla, como se puede ver en la entrevista que le hace Piglia, y dice que escribir una crónica puede tener el mismo valor que escribir una novela. Como cuando cuenta el trabajo y el tiempo que le dedica a sus crónicas del 66, 67, eso es atípico: más de un mes en muchos casos.
– ¿Qué descubriste de Walsh al trabajar el libro?
– Varias cosas: por un lado cómo él se corre del centro de la escena y pasa a coordinar la entrevista, como la que le hace Piri Lugones, o en una que es un diálogo con otros periodistas cubanos y él va conduciendo y ordenando a los otros. La entrevista es un género periodístico que hace foco en escritores consagrados y él se corría siempre de ese centro en el que estaba. Me pareció interesante ver que estas entrevistas contribuyen a pensar en ese gran nudo que fue la novela no escrita. Acá podemos ver cómo Walsh va pensando en eso a través del tiempo y llega a un cierre en la entrevista con Piglia donde habla de una novela en forma de cuentos.
– Otro de los temas recurrentes es la relación entre el periodista y el escritor…
– Convencionalmente la literatura está por encima del periodismo, él dice que ascendió de periodista a escritor, y después descendió a periodista. Walsh plantea otros criterios de valor de la literatura y del periodismo. Dice que no tiene dudas de que la escritura produce efectos en la realidad y habla de la importancia de salir de la trampa cultural, como que busca neutralizar esos efectos.
– Escribís policiales, hacés periodismo. ¿Cómo es tu relación con la obra de Walsh?
– Llegué a Walsh como lector y lo sigo leyendo. “Variaciones en rojo” me parece súper interesante. Hay textos que leí muchísimas veces y siempre dice cosas nuevas, siempre está diciendo cosas. No necesita de las efemérides para que uno lo tenga presente porque desde la vuelta de la democracia ha tenido un lugar cada vez más central. En el contexto cultural actual vuelve a tener un nuevo sentido porque retomar la voz de Walsh en un contexto de restauración de la teoría de los dos demonios es retomar su palabra y hacerla circular en una coyuntura donde vuelve a ser necesaria.
– Hay un cambio en relación a Borges. Al principio elogia su cuento “La muerte y la brújula” y después dice que lo aburre.
– Creo que no se trata de verlos como opuestos, porque en tanto escritores no lo fueron. Podemos ver en el transcurso de las entrevistas cómo cambia su valoración de Borges, que es su modelo. En una de las entrevistas de los 60 lo valora y luego pasa a cuestionarlo. En el “Caso Satanowsky” hay una mención, una sola línea en la que habla de los bombardeos en Plaza de Mayo y dice “el escritor Borges los comparó con una nevada purificadora”. Ahí se ve su crítica.